domingo, 23 de octubre de 2011

3 noches en Aguas Calientes

Martes 18 de Octubre
Cómo dejar de escribir esto que ven mis ojos y que canta mi corazón sin poder esperar más for a bigginning.
Mirar el cielo nublado manchado de grises verde seco grisáseo y azul celeste viejo y opaco, sinónimo del tiempo que es origen, principio.
La montaña tallada como de arcilla llena de vegetación variada en movimientos de verdes que flamean mientras el arroyo oculta bajo su canto los ruidos que quedan debajo de su magninisimidad.
Cada una de sus hojas saludan al unísimo un movimiento que inunda cada chapa de las diversas viviendas a orillas de aquel manto suavisante del tiempo y el espacio.
Las cortinas danzaban, mis pantalones también flameaban bajo aquella danza de regalo que me intuían estos ojos que hacía una eternidad no volvían a sus arrebatos.
Cuantas habitaciones tenía Sara en aquel rincón mágico por una noche diferente en un cuarto para contarlo con este relato.
De repente la ´modernidad´ o la ´explotación´ hacía su rugir acallando de repente los diversos cantos de pájaros que te componían una especial melodía jamás escuchada.
Una ´vivencial´ experiencia en la casa de Sara en Machu-Picchu, mientras habitaba cada cuarto y le hacía Feng Shui, bien podría ser una buena propuesta para hacer...

Partí a Machu-Picchu a las 8.25 desde la Estación Poroy, pero debía estar allí a las 7:55, por lo que me levanté 6:15 para tener tiempo de poner extra ropa de abrigo por si tenía frío, pero la humedad es cálida y rica.
El sitio es mágico Hostal El Místico, al lado de los baños termales, silencioso y acogedor. Un total encantamiento!

Caminé sin saber a dónde me dirigía y me dejé guiar por un impulso interior. Bajé y crucé el puente, y terminé en la Agencia de Información turística. Esperé mientras la señorita informante terminaba una conversación en un inglés con mucho acento, pero resolví no esperar a que luego atendiera alguien que estaba allí antes que yo esperando, y continué la marcha, haciéndome con un plano y una dirección en uno de los muchos hostales y hoteles en donde me detuve a preguntar precio y subiendo a la habitación para verla.
Esto era tan real como el cuerpo, la mano, la tinta que por ahí se quebraba en el papel, haciéndome preguntar si sería por la aproximación que puede lograr el lenguaje cuando toca la ´realidad´... y que definiría como lo REAL de un momento deseado con tanto anhelo.
14 cuadras de largo en forma de igriega "Y", con menos de 3 de ancho, así es el pueblo de Aguas Calientes.
I never knew I was going to ask Yessica for a join to smoke in this wonderful world after 6 month clean. Y menos aún que alcanzándome otra toalla trajera consigo el libro de registro con una lapicera para que completase mis datos sin tener que bajar más tarde para hacerlo.
Fabiola me había aconsejado sabiamente traer galletas, pan, frutas y algo salado, además de agua, así que hasta tenía para comer algo después de darme una ducha y relajarme antes de subir al Machu-Picchu.
Subiría mañana y pasado, 2 días sin portatil ni a fucking phone to rule my world, para descansar y salir del viaje que había emprendido, al menos por un momento. El canto de otro pájaro irrumpía el relajamiento que sentían mis oídos y mis ojos.
Hoy, otra vez hoy volvía a tener una experiencia maravillosa.

Había como titubeado y casi volvía mis pasos hacia atrás, dejando de seguir subiendo escaleras, cuando en el primer cuarto oí claramente el ruido de un pico que picaba piedra o cemento, justo debajo de mis narices. Y casi retrocedí unos pasos mientras Jessica me ofrecía otra habitación más arriba, también muy cómoda y con un balcón más pequeño y sin cristales en ambas paredes por la izquierda, que formaba un horizonte de 160°, como ese cuarto del último piso en el que me había terminado quedando por 80 soles, que luego serían 70.
Y el mismo pintor de todos los cuadros expuestos en la misma casa subiría para regalarme una rica ramita oliente llena de flores secas, que fumé por primera vez en 6 meses. Y creo que mientras terminaba esta estadía podía vivir de vacaciones por todo este cuaderno para terminarlo, dejando en otro plano los ruidos y golpes con los que nos tratábamos en lo cotidiano. Era esto todo un inmenso regalo, un abrazo lleno de un cálido recibimiento de regreso a un principio que se narraba a medida que me iba sucediendo.

Iba por primera vez al baño y hasta me daba ganas de sacarle una foto, mientras mis aguas salía caliente y al desvestirme me ví en el espejo las tres líneas dibujadas en mi labio inferior como si fuera la primera parte de un hexagrama.
La ducha ha sido purificadora y difícil de salir, y había concluido con una siesta hasta las 17:30 aproximadamente. Había soñado con el indio a mi derecha, un Inca amurisosteniendo un portal a través de las nubes o sombras, el equilibrio de Machu-Picchu a la vez que el portal por el que hacer Machu-Picchu, llegar a Machu-Picchu.

Miércoles 19 de Octubre
Nunca había escuchado las 2 alarmas puestas una a las 5 y otra a las 6:30 am, que esperaba escuchar aún cuando la claridad sin brillo había entrado a mi cuarto tras las ventanas. Y cuando al fin decidí decir ´buen día Machu-Picchu´ y abrir los ojos, corrí las cortinas y comprobé que estaba lloviendo, y que por el sonido del agua del río de Aguas Calientes no había escuchado, aún cuando recordaba que ya anoche, de regreso a la habitación había comenzado a llover. Y, por supuesto, cuando fui a comprobar la hora en mi MP3, eran ya las 9:30 pasadas, y el auricular había quedado enchufado después que le había hecho escuchar a Carlos un pedazo de "Allegro ma non troppo, un poco maestoso" de Beethoven de sus 9 sinfonías.
Y recordaba el plano de conjuro que había dibujado Carlos, y cuando iba por la libreta donde estaba, saltaba una bolsa de hojas de coca que él me había comprado para que pudiera realizar aquel ritual cuando subiera a Machu-Picchu.
Quilla me había bautizado, que significaba Luna, y con una flecha en arco la había vinculado a Munaycha, que significaba hermosa.
Me había explicado detalladamente el ritual: debía colocar las hojas de coca en el suelo, debía escoger 7 y disponerlas en la mano como cartas de un naipe, vinculando cada una a la altura de uno de las montañas, invocando cada apu, debía soplar las hojas y pedir mi deseo, porque Machu-Picchu me lo concedería, a la vez que el ritual daba comienzo a la iniciación donde las 7 llaves me eran entregadas, concediéndome así, el conocimiento.

La cama doble, la primera donde dormía después de casi 15 días me invitaba a quedarme un rato más recordando... el encuentro de anoche con Carlos.
Había descendido por la calle Av. Pachacutec con hambre mientras elegía uno de los tantos ofrecimientos que te hacían a ambos lados de la calle donde había restaurantes. Y me quedé en uno donde el mozo, Marcos, me dejaba convencer con un menú que tenía ensalada de palta (un rico manojo de lechuga cortada bien finita en el centro, rodeada de rodajas de pepinos que con un corte invertían una parte convirtiéndolas en zig-sag o en S, y una media palta sobre la lechuga, cortada en rebanadas a lo largo, con tomate y cebolla a los costados dando la vuelta al planto), y me permitía por unos soles más, una rica sopa de verduras, y un segundo de comida mejicana: enchiladas de verduras, y una chicha morada sin azúcar para tomar.
Mi pedido de un mate de coca había retirado a Marco de la mesa donde conversábamos, y había alentado a Carlos, sentado al otro lado del salón vacío, a hablarme, y en mi dificultad por escuchar lo que me decía, me pidió permiso para acercarse y sentarse a mi mesa.
Cuando hube terminado mi té, y él su cena, me invitó a que tomáramos un pisco sour en otra parte...

Era un día que se me regalaba, por lo que debía cambiar mis boletos y reorganizarlos para un día más en Aguas Calientes.
Si no fuera porque no tengo frutas, y tengo hambre, no saldría de la cama, y de esta habitación. Pero aún cuando lloviera las aguas termales me caerían super bien.

Después de desayunar mi ensalada de 9 frutas con yogur natural y miel, seguí bajando la avenida central hasta dar casi con la plaza, y entré a preguntar amablemente si por seguridad, y porque llovía no se me cambiaba el boleto para el viernes, ya que para el jueves era para Wayna-picchu en el grupo de las 7 am. Pero no tuve suerte, me encontré ante una negativa absoluta sin poder para las excepciones, y si no subía hoy, perdería el boleto. Por lo que subí la calle rápidamente a mi habitación y puse lo indispensable en la mochila, me abrigué un poco más y partí a tomar un bus que me subiera a Machu-Picchu. En 10 minutos se me dijo que saldría el próximo, pero al segundo pasaba un bus que subía su última vuelta del día, conmigo, su única pasajera.
No sé cómo evaluar la forma de manejar del conductor por ese escalar tan vertiginoso como tranquilo por la montaña donde de repente te encontrabas con el precipicio como con otro bus de frente que ya bajaba pasajeros.
Después de caminar tan solo 3 horas por las ruinas de Machu-Picchu, los baños termales se hacían más que apetecibles. En subida se va también escalando otra montaña atravesada por un puente y más escalinatas. Llovía y ya pronto anochecería. En un minuto pagaba mi entrada y me desvestía en un baño para subir a donde por un sol te guardaban la ropa en un locker. Pero antes, te recibía el bar-pub de Carlos, y ahí estaba él con una amplia sonrisa al verme.
Me convidó un trago que él mismo había inventado con hojas de coca, muy bueno! Pero al segundo sorbo bajábamos a los piletones de aguas calientes donde yo me metí casi inmediatamente, y él luego de una zambullida en una de agua helada.
Ahí estuvimos tomándonos el resto del trago, mientras me proponía locuras para hacer hasta el día de mi partida, que ahora sería el viernes.
Y me ofrecía escondernos mañana en los baños termales hasta que se retirasen todos, y mientras las piletas se volvían a llenar de agua limpia, esperaríamos en su bar escuchando música y bebiendo algún trago, haciendo tiempo para luego terminar la noche metidos en las aguas calientes. Para cuando volvieran a abrir los baños a las 5 am nosotros estaríamos subiendo una montaña rumbo a una cascada de agua para ver el amanecer.
Y en qué mundo podría rechazar esta aventura que me proponía Carlos que ya comenzaba a estrecharme con sus manos en sus brazos. Y esta noche comeríamos algo, tomaríamos un vino a la orilla del río e iríamos a bailar salsa.

Jueves 20 de Octubre
(keep reading me...)